Tan importante como el objeto en sí es el espacio negativo (también conocido como espacio en blanco), ayuda a definir los límites del espacio positivo y aporta equilibrio a la composición.
El uso de esta forma de trabajo cada vez es más común, al público le resulta atractivo jugar con el sentido de la vista y poner a prueba su destreza mental, en un método tan creativo que los resultados pueden ser aturdidores.
Un buen aprovechamiento del espacio negativo se hace escogiendo los colores adecuados, la tipografía correcta, las sombras, degradados y las formas perfectas. Un buen diseño es aquel que además de transmitir un mensaje claro visto con una obviedad, capta de una forma más profunda el concepto, dando un segundo mensaje o varios, aprovechando todos los espacios dentro del diseño.