Roger Ballen (1950) es un fotógrafo neoyorquino todo un mito viviente de la fotografía, inclasificable artista de carácter que a día de hoy sigue trabajando en blanco y negro, siempre con negativo e incapaz de aceptar un encargo de nadie. Geólogo de formación, lleva décadas viviendo en Sudáfrica y la polémica ha rodeado muchas veces su obra: cuándo en la época de los 80’s, en pleno Apartheid, publicó un libro de retratos sobre los olvidados del régimen ( la "white trash" sudafricana) o también su trabajo realizado desde un manicomio dónde interactuaba, para muchos en exceso, con los internos (ponemos ejemplo gráfico de lo que os hablamos).
La crítica siempre ha terminado por rendirse a Ballen, a su fotografía abstracta, profundamente sociológica, distorsionada y oscura. Con ella, plagada de extraños e inquietantes bodegones, de extraños retratos y de verdades incómodas acerca de la mente y la condición humana, la fotografía de Ballen llega a nosotros sin concesiones ni aditivos y disparando directamente a las entrañas, dejándonos con la profunda sensación del desasosiego de no entender demasiado. Pero ¿quién se atreve a decir que el arte tiene que ser siempre amable?
Para entender mejor a Ballen, os dejamos con algunas de sus reflexiones:
Mi trabajo tiene una orientación muy psicológica. La gente mira mis fotos con detenimiento y un comentario común es que tratan sobre la oscuridad. Mi comentario es que para poder ver la luz necesitas entender la oscuridad, así que si ves oscuridad y las fotos te están de alguna manera molestando, probablemente sea algo bueno…
Yo no diría que la condición humana es buena, desearía decirlo. No diría que soy un pesimista pero no confío en la bondad por naturaleza de la humanidad.
No, no hago fotos con un propósito, las hago para mí, no estoy ahí para hacer declaraciones políticas, mi trabajo es puramente psicológico. No hago fotos para cambiar el mundo, para mostrar lo bueno que hubiera podido ser. Hago fotos para mostrar el reflejo de mí mismo…